Los traumatismos faciales, tanto de las partes blandas como de las estructuras óseas, representan un capítulo especial en la cirugía facial por sus graves consecuencias funcionales y emocionales. Respecto a estas últimas hemos de tener siempre presente la afectación psicológica que supone el temor a la desfiguración.
La incidencia de los traumatismos faciales es muy alta y afectan, predominantemente, a pacientes jóvenes del sexo masculino. Su etología generalmente es consecuencia de un accidente de tráfico, no obstante, el empleo del cinturón de seguridad y del casco ha demostrado en numerosos estudios disminuir su incidencia y gravedad. Otras causas son los accidentes domésticos y caídas, especialmente en niños y ancianos, las agresiones, los deportes o juegos, accidentes laborales, quemaduras, mordeduras, armas de fuego
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